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Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: The Truths We Hold: An American Journey
Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.
ISBN: 9786070775437
Editorial: Planeta Publishing
Este libro nace de un llamamiento a la acción y de la creencia de Kamala Harris en que la lucha por los derechos humanos debe empezar y terminar diciendo la verdad, para poder así transformar la realidad.
No hay antídoto más importante y trascendental contra la injusticia social. ¡Y vaya que la actual vicepresidente de Estados Unidos lo sabe! ¡Conoce esta historia de lucha!
Kamala Harris es hija de Donald Harris. Nacido en Jamaica en 1938, Donald Harris fue un estudiante brillante que emigró a Estados Unidos tras ser admitido en la Universidad de California, en Berkeley. Fue allí a estudiar Economía y llegó a dar clases en Stanford, donde sigue siendo profesor emérito.
La vida de su madre comenzó en el sur de la India. Shyamala Gopalan fue una estudiante con talento que se graduó en la Universidad de Delhi a los 19 años. Presentó una solicitud para un programa de posgrado en Berkeley. Allí se conocieron y se enamoraron con el padre de Kamala, mientras participaban en un movimiento por los derechos civiles.
La actual vicepresidenta de Estados Unidos nació el 20 de octubre de 1964 en Oakland, y su hermana Maya, dos años después. A los cinco años de edad, sus padres se separaron. Donald Harris ha sido siempre un padre presente, pero quien se encargó de criar a las niñas fue Shyamala.
Shyamala creció en una familia en la que el activismo político y la participación ciudadana eran algo natural. La justicia social ocupaba un lugar central en las conversaciones familiares e influyó en la vida de Kamala. Toda su familia inculcó a las niñas el orgullo de las raíces del sur de Asia.
Vivió un tiempo en Montreal y regresó a Estados Unidos para estudiar en la Universidad Howard. El primer año se presentó como candidata a su primer cargo electivo: delegada de los estudiantes de primer año en el Consejo de Alumnos de Artes Liberales.
Después de Howard, volvió a Oakland y se matriculó en la Facultad de Derecho Hastings de la Universidad de California. Fue elegida presidenta de la Asociación de Estudiantes de Derecho Negros durante su segundo año.
Allí se dio cuenta de que quería trabajar en la fiscalía de distrito. Kamala sabía que la ley se aplicaba de forma desigual, a veces intencionadamente. Pero también sabía que los fallos del sistema no tenían por qué ser inmutables. Quería formar parte de ese cambio.
A Kamala le ofrecieron un puesto como adjunta del fiscal de distrito. Luego de un examen fallido, asumió la responsabilidad y a fuerza del acumulamiento de juicios, ascendió en la jerarquía de la oficina.
En 1998, después de nueve años en la fiscalía de distrito del condado de Alameda, la ficharon al otro lado de la bahía en la fiscalía del distrito de San Francisco. La contrataron para dirigir la Unidad de Delincuentes Habituales, que se ocupaba de delincuentes reincidentes y violentos.
Fue una experiencia llena de frustraciones que terminó después de 18 meses. La fiscal municipal de San Francisco, Louise Renne, la llamó para ofrecerle un puesto para dirigir la división de su oficina que se encargaba de los servicios para las familias y la infancia.
Harris pasó dos años en la fiscalía municipal. Empezó fundando un equipo de trabajo para estudiar todo lo relacionado con las víctimas jóvenes de explotación sexual.
Con su equipo, crearon un centro de acogida para jóvenes víctimas, un refugio que les ofrecía tratamientos de desintoxicación y salud mental, los recursos necesarios para volver a estudiar y una red de apoyo para mantener a las jóvenes vulnerables a salvo, sanas y en el buen camino.
Durante los primeros dos años, rescataron a decenas de chicas y la policía cerró casi cuarenta burdeles en la ciudad. El trabajo era importante, gratificante, y era una prueba de que se podía llevar a cabo una labor política seria sin ser legisladora.
Kamala decidió candidatearse para la fiscalía de distrito y ganó en segunda vuelta cinco semanas después. No había muchos fiscales de distrito que se parecieran a ella o tuvieran sus orígenes. Sigue sin haberlos. Un informe de 2015 halló que el 95% de los fiscales elegidos en Estados Unidos eran blancos y el 79%, hombres blancos.
Kamala tuvo claro que estaba allí por las víctimas. Tanto por las de los delitos cometidos como por las de un sistema de justicia penal que no funciona. Para ella, ser una fiscal progresista es entender esta dicotomía y obrar en consecuencia.
Acudieron a ella muchas mujeres, y confirmó que cuando una mujer pierde a su hijo como consecuencia de la violencia en las calles, la reacción del entorno suele ser distinta, casi una indiferencia colectiva, como si fuese algo esperable.
Kamala llamó a los inspectores de homicidios y les pidió que le dijeran cuál era la situación de los casos de homicidios sin resolver. A un mes de la reunión, el Departamento de Policía lanzó una nueva campaña que pretendía animar a los testigos a dar un paso al frente. Y, con el tiempo, redujeron el número de homicidios sin resolver en un 25%.
Desarrolló un programa llamado Back on Track, “De vuelta al buen camino”. Tenía como eje crear oportunidades haciendo que una serie de participantes siguiera un plan riguroso. Incluyó capacitación laboral, servicios comunitarios, cursos básicos sobre crianza de los hijos y economía doméstica, así como pruebas de consumo de drogas y terapia.
Después de dos años, solo el 10% de los graduados de Back on Track había reincidido, en lugar del 50% de otros condenados por delitos parecidos.
Cuando el crac financiero tocó fondo, 8,4 millones de estadounidenses habían perdido su empleo en todo el país. Unos 5 millones de propietarios llevaban un retraso de al menos dos meses en el pago de sus hipotecas. Y se habían solicitado 2,5 millones de ejecuciones hipotecarias.
Para acelerar los procesos de ejecución hipotecaria, las entidades financieras y sus administradores de hipotecas contrataron a personas que carecían de formación reglada en finanzas, y les otorgaban puestos de “experto en ejecuciones hipotecarias” con una sola responsabilidad: autorizar miles de ejecuciones hipotecarias.
Esto a Kamala la llenó de rabia, y en 2009 creó una unidad de fraude hipotecario para actuar en un ámbito que sufría un déficit crónico de aplicación de la ley por parte del Gobierno federal. Pero a medida que la crisis hipotecaria se disparaba, empezó a desear enfrentarse a los principales responsables e ir a por los mismos bancos que actuaban mal.
En este capítulo, Kamala desarrolla diversos temas. Por empezar, habla de la legalización y reglamentación de la marihuana. Sostiene que Estados Unidos debe eliminar de las fichas policiales de millones de personas que han sido detenidas y encarceladas los delitos no violentos relacionados con la marihuana, para que puedan continuar con sus vidas.
Afirma que esto implica comprometerse a investigar, escuchar lo que la ciencia diga y aplicar esa información a estrategias de actuación. Asimismo, dejar de tratar la drogadicción como una crisis de seguridad pública en lugar de lo que realmente es: una crisis de salud pública.
Como fiscal general, Kamala instauró un programa de formación sobre prejuicios implícitos y justicia procesal para los agentes. Se convirtió en el primer curso estatal sobre prejuicios implícitos y justicia procesal que se ofrecía en el país.
Para Harris, la brutalidad policial debe erradicarse dondequiera que aparezca. En sus palabras: “Si nuestro sistema judicial no tiene consecuencias serias para la brutalidad policial, ¿qué mensaje transmite a los agentes de policía? Y ¿qué mensaje envía a la comunidad? La seguridad pública depende de la confianza de la población”.
Kamala sufrió la enfermedad de su madre en primera persona, y esto despertó en ella un interés mayor en el acceso a la salud. Considera que lo más importante es transformar el sistema sanitario. La sanidad debería ser un derecho; en cambio, con un sistema en el que la calidad de la atención que recibas dependerá de tu posición social, es un privilegio.
Lo que plantea Kamala es que se necesita “Medicare for All” (“Cuidados médicos para todos”), para que la cobertura sanitaria de Estados Unidos no se base en cuánto puedes pagar, sino en las necesidades de salud. El objetivo del sistema sería maximizar los buenos resultados de la atención sanitaria en lugar de los beneficios económicos.
También afirma que el Estado debería proporcionar atención de salud mental a demanda. Que quienquiera que sea, y dondequiera que esté, tenga un tratamiento de salud mental disponible si lo necesita.
Harris piensa que el país necesita invertir en los trabajadores y en educación superior. Hay que hacer realidad una universidad que no implique endeudarse.
Sobre todo, sostiene que las grandes corporaciones y las personas más ricas del país más rico del mundo pueden permitirse pagar la parte que les corresponde de impuestos para que podamos arreglar la economía. Es necesario, es ético y es lo más sensato.
Cuando se presentó como candidata a fiscal general, lo hizo en gran parte para llevar el programa Back on Track a nivel estatal. Trabajando conjuntamente con el Departamento del Sheriff del Condado de Los Ángeles, crearon Back on Track - Los Ángeles en el mayor sistema penitenciario de un condado en California.
El 13 de octubre de 2010, los fiscales generales de los cincuenta estados acordaron unirse en lo que se conocería como una investigación multiestatal. Fue anunciada como una iniciativa integral para aplicar la ley en todo el país con el fin de desenmascarar las actuaciones de los bancos en la crisis hipotecaria.
Kamala juró en 2011 como fiscal y para ese entonces parecía que lo único que quedaba pendiente era repartir dinero entre los estados. Lo que más le sorprendió no fue la elección al azar de una cifra en dólares, sino que a cambio de llegar a ese acuerdo, se iba a liberar por completo a los bancos de cualquier posible reclamación posterior.
Luego de muchas negociaciones y de una Kamala muy decidida a hacer justicia, obtuvieron unos números muy favorables, y a su vez, armó un proyecto de ley llamado Carta de Derechos de los Propietarios de California que fue aprobado, logrando lo que le decían que era imposible: ponerles un freno a los bancos.
Harris también tuvo que dar una dura batalla contra la Proposición 8, una iniciativa legislativa aprobada mediante referéndum que prohibía el matrimonio de parejas del mismo sexo en el estado. El Tribunal Supremo finalmente desestimó la Proposición, y Kamala auspició de jueza de ceremonia al regreso de los matrimonios igualitarios.
Algo que siempre le preocupó mucho es la educación, y su oficina se unió a la ciudad y a la escuela del distrito para crear una iniciativa contra el absentismo escolar. En 2009, habían reducido en un 23% el absentismo escolar de los niños de primaria.
Kamala conoció a su marido en aquella época gracias a una amiga que se vistió de celestina y los presentó. Se casaron en 2014.
La noche electoral de 2016 no fue una noche de celebración. El tema ya no era la carrera electoral apenas finalizada. Era la lucha que estaba empezando. A la actual vicepresidente le preocupaba el avance de las políticas de Donald Trump. Ella tenía un profundo reconocimiento hacia los inmigrantes, sector sumamente vulnerado en la gestión Trump.
Para Kamala, contratar a personas diversas era importante: veteranos, mujeres, personas racializadas. Quería que su personal en Washington y las oficinas estatales reflejaran a la gente que representaban.
Kamala armó una legislación para ayudar a garantizar que los inmigrantes irregulares que se ofrecían a prestar declaración sobre delitos, o a informar de ellos, estuvieran protegidos de la deportación al hacerlo. Las políticas de la gestión Trump se basaban en el amedrentamiento y persecuciones terribles.
El primer proyecto de ley que presentó fue la Ley de Acceso a un Abogado, que prohíbe a los funcionarios federales negar el acceso a un abogado a cualquier detenido que intente acceder a Estados Unidos. Esto fue fundamental para los inmigrantes.
Uno de los anuncios más escandalosos de la gestión Trump fue una política de tolerancia cero en la frontera, lo que significaba que remitirían para su enjuiciamiento penal a cualquier adulto que cruzara la frontera de forma ilegal, y que esto podría implicar la separación de los niños de sus padres.
La indignación de Kamala fue grandísima y su activismo creció, visitó centros donde se encontraban los inmigrantes y denunció cada uno de los atropellos a los derechos humanos. Consideraba que los estadounidenses eran más que eso que estaban mostrando al mundo.
Kamala formó parte del Comité de Inteligencia del Senado. Su labor allí y en el Comité de Seguridad Nacional abarcaba una amplia gama de cuestiones, comenzando por la creación y el mantenimiento de la capacidad de lucha contra el terrorismo dentro y fuera del país.
Incluía también la labor de desmantelar y destruir el Estado Islámico, la protección y la seguridad de las fronteras, el desafío de la proliferación nuclear, y el siempre delicado equilibrio entre la recopilación de información de inteligencia y la protección de las libertades civiles.
A finales de diciembre de 2017, junto con otros senadores, presentó la Ley de Elecciones Seguras, que protegería a Estados Unidos de futuras interferencias extranjeras en las elecciones. Habiendo tenido muchos antecedentes de ciberintervenciones rusas, fue de vital importancia.
Kamala concluye el libro con un aliento a los lectores: “Puedes ser el primero. No seas el último”. Ella espera ser una mentora para tantas personas como sea posible e invitar a luchar por todo lo que merezca la pena.
“Nuestra verdad” es un grito de rebeldía por parte de la actual vicepresidente de los Estados Unidos. Sus convicciones se reflejan en este maravilloso libro que nos enseña mucho sobre los derechos humanos.
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Es política y abogada estadounidense. Actual vicepresidente de los Estados Unidos desde el 20 de enero de 2021 bajo la presidencia de Joe Biden, siendo... (Lea mas)
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